miércoles, 6 de mayo de 2015

Fascinación por el taladro


La fascinación de España -el país entero- por el ruido y la destrucción tiene en las obras y las reformas su exponente más significativo. Es la excusa perfecta que impide agarrar un libro, ir al teatro o escuchar buena música. 

El primitivismo de esta inmensa mayoría, que no piensa en otra cosa que en taladrar, martillear y picar -ya sea por activa, o por pasiva-, se hace patente en cada hogar, en cada calle. Simplemente abran ustedes los ojos y algo los oídos, si es que todavía perciben algo; que más de uno anda sordo sin darse cuenta. 

Éste es un país de albañiles y de especuladores. El pueblo debe permanecer ignorante, reducido a poner ladrillos encima de otros, o a tirarlos abajo. Mientras los de arriba pasan el tiempo en yacuzzis, en silencio. 

Nada parece importar la enorme polución que estas prácticas provocan, que todos los días nos tragamos y ensucian nuestros pulmones; ni el ruido ensordecedor que taladra el cerebro; ni el enorme despilfarro de dinero que podría destinarse a hacer algo más productivo. ¿Alguien ha oído hablar de la investigación, la educación, la sanidad, la cultura o ¡el arte!? Pero eso significaría gente más culta, menos manipulable; gente que se cuestionase cosas, que pensase más allá de qué bonito va a quedarme el salón, o qué bonito va a quedarnos el paseo; gente que tuviera claro cuáles son sus derechos; en fin, salir del caciquismo y entrar en un estado social. ¡Esto sí que es una utopía!

Seguimos, con ruidos y polvo todos los días. Cuando acaba una obra, empieza una reforma, y cuando acaba la reforma, comienzan las reparaciones. España, país de chapuzas por antonomasia, aquí no se hace nada bien y menos algo que dure. Permanecemos así en un bucle de reformas, reparaciones, obras, restauraciones sin fin, en un eterno retorno nietzscheano. 

¿Qué pasaría si todo se parase de golpe? No quiero ni pensarlo. Si no fuera por las reformas y las obras de construcción, los españolitos se matarían unos a otros. 

jueves, 22 de enero de 2015

Esencia española en la calle

En junio de 2014 "Esencia española" sale a la calle con la propuesta Transformers XXI alrededor de Espai Ku (c/ Canvis Nous, 1) en Barcelona.














Estreno de "Esencia española"

"Esencia española" se estrena dentro del marco de la muestra de artes escénicas Novembre Vaca en Barcelona el 16 de noviembre de 2013, con dirección de Ariadna Martí y con el siguiente reparto:

ESPECTADOR……….MERCÈ ESPELLETA
BAILAORA……….LA CANASTERA




Dentro de un sueño, "ESENCIA ESPAÑOLA" nace en un laboratorio de creación de PROJECTE VACA -Asociación de Creadoras Escénicas-, que se adentra en la siguiente cuestión: las transformaciones que este nuevo milenio está pidiendo a gritos.

A través de la ironía, Carmen Lloret, autora de la pieza, se pregunta sobre la posición del arte y, por extensión, de las artes escénicas, en un país que sólo piensa en hacer obras de construcción y reformas como modo de vida y motor económico. 





Después de un largo proceso de cuatro meses, en el que la obra pasa por diferentes workshops -dramaturgia, coaching actoral y dirección- surge "Esencia española", una pieza donde el teatro, la danza, la ironía, el surrealismo y el desconcierto transitan por caminos entrecruzados.

Un espectáculo creado íntegramente por mujeres.



/SINOPSIS

Un españolito medio -el espectador- pasea por la calle comiendo pipas. Atraído por el ruido estruendoso de un taladro, como un ratón por la flauta de Hamelín. Cerca del taladro, una bailaora pide limosna, pero el espectador no le presta la menor atención, sino que se sitúa frente al taladro y comienza a disfrutar del espectáculo, jaleándolo. 

Frente a tal estampa, la bailaora intenta tomar contacto con el espectador y que éste se interese por su baile. El espectador, sin embargo, se molesta con la intromisión de la bailaora, quien se decide a luchar contra el taladro hasta el final para que su arte sea tenido en cuenta. 

Una lucha a muerte. 




El ángel el arte (La Canastera)



"Tanto arte, tanto duende, tanta hostia ¿para qué? (El espectador)